Por Juan Rincón Vanegas

 

Eso dice la gente

ese negro si toca,

ese si come nota.

 

Al primer Rey del Festival de la Leyenda Vallenata Gilberto Alejandro Durán Díaz, siempre lo persiguió el número 9, como buen centro delantero del folclor vallenato.

Él, nació en El Paso, antes departamento del Magdalena, hoy Cesar, el 9 febrero de 1919, pasadas las 9:00 de la mañana.

Cuando se coronó como Primer Rey Vallenato contaba con 49 años. Una de sus canciones más célebres tiene el nombre de 039, la placa de aquel carro famoso que se llevó a Irene, esa morena que lo dejó llorando. Además, tuvo 25 hijos con 19 mujeres.
 

Precisamente un periodista le preguntó a Alejo sobre el número de hijos y contestó: “Yo debo tener unos 25 hijos”. ¿Todos con la misma?, agregó el periodista y el juglar respondió de inmediato. “Con la misma, pero con distintas mujeres”.
 

En su honor se instaló en Valledupar en el año 1991, el monumento al ‘Pedazo de acordeón’, obra abstraccionista del escultor bogotano Gabriel Beltrán, cuya glorieta está ubicada en la carrera novena con calle 19.
 

El gran Alejo Durán, murió en Montería, el 15 de noviembre de 1989. Sigue la cadena del número 9, la cual siempre estuvo metida en la vida de Alejo Durán.
 

En su tierra, El Paso, Cesar, se realiza el Festival Pedazo de Acordeón que nació hace 30 años por iniciativa de Cesar Serna Mieles, Eustorgio Flórez Mojica y Miguel Antonio Villazón Misat, cuya Personería Jurídica es la No. 001144 de Marzo 31 de 1989.

El 9 es su carta de presentación. Su nombre Alejandro, tiene 9 letras, y entre sus apellidos Durán Díaz, también hay 9 letras.
 

El natalicio de Alejo

 
En 2019 se cumplieron los cien años del natalicio del primer Rey Vallenato, y mediante la ley No. 1860 del 1° de agosto de 2017, la Nación se asoció a este acontecimiento declarándolo el año de Alejo Durán.

 

Además, se construye en El Paso, erigido como municipio mediante la ordenanza No. 029 del 29 de Noviembre de 1979, una escultura del maestro Alejo Durán; se declaró Patrimonio Cultural de la Nación al Festival ‘Pedazo de Acordeón’ que anualmente se celebra en homenaje a Alejo Durán.

 

Se destinaron recursos para la construcción de un escenario étnico folclórico y cultural-parque temático conceptual, Alejandro ‘Apa’ Durán Díaz.

Para todo esto se creará la Fundación Centenario Alejo Vive, que se encargará de la publicación de la biografía del maestro, edición de su obra musical, la programación de eventos académicos en los que se exalte la vida y obra del célebre compositor e intérprete del folclor vallenato. Esta ley fue presentada por el senador cesarense José Alfredo Gnecco Zuleta.
 

La magia de Alejo
 

Queda para la historia la reseña de aquel hombre que con su pedazo de acordeón se abrió camino en el folclor, que con sus anécdotas pintó de alegrías las historias pueblerinas y con sus mujeres adornó su corazón comenzando con Crisanta Bolaño ‘La Quicho’, una morena de su tierra El Paso, que vivía al lado de su casa, hasta aterrizar con Gloria Dussan, a quien en sus últimos instantes de vida le dejó el testamento de su alma que enmarcó en la frase: “Goya, te quiero mucho”.

Ella, fue la mujer que según sus propias palabras lo amansó y encontró el nido donde el amor se escondiera y no diera más vueltas por los caminos de la amplia geografía costeña.

Precisamente, el periodista Juan Gossaín lo enmarcó en el siguiente relato: “Nadie cantó como él las crónicas de un vallenato. Su voz era profunda y fresca, casi ronca, de campesino viejo, sin afeites ni maquillajes. El pueblo, sencillamente lo amaba como se aman los elegidos. Estaba sintonizado en línea directa con el alma popular. La magia de Alejo, lo que lo hizo insuperable, lo que lo convirtió en una leyenda, era su alma. El cariño que le ponía a la canción. El cariño que le tenía a su “Pedazo de acordeón”.

El Rey Vallenato de siempre

 
Alejo Durán le dijo adiós a la vida, pero dejó su impronta de carisma, humildad y talento que lo hizo grande en el universo vallenato.

Desde el Primer Festival de la Leyenda Vallenata comenzó a escribir su propia historia al coronarse como Rey Vallenato. En esa ocasión lo acompañaron en la caja Pastor ‘El Niño’ Arrieta y en la guacharaca Juan Manuel Tapias, presentando las siguientes canciones: Paseo, ‘La cachucha bacana’ (Alejandro Durán); Merengue, ‘Elvirita’ (Alejandro Durán); Son, ‘Alicia Adorada’ (Juancho Polo Valencia) y Puya, ‘Mi pedazo de acordeón’ (Alejandro Durán).

El hijo del acordeonero Náfer Donato Durán Mojica y de la cantadora de tamboras Juana Díaz Villarreal, nunca pensó que ese instrumento al que le cantó, tuviera la más grande resonancia mundial, que fuera motivo para un monumento, y menos que se convirtiera en una de las piezas musicales más escuchadas.

Lo mejor, es que ese ‘Pedazo de acordeón’ todavía existe y se encuentra en la Tienda Museo ‘Compai Chipuco’ ubicada en el Parque de la Leyenda Vallenata ‘Consuelo Araujonoguera’.

Este pedazo de acordeón

ahí donde tengo el alma mía.

Aquí tengo mi corazón

y parte de mi alegría.

Muchachos si yo me muero

les vengo a pedí el favor,

ay me llevan al cementerio

este pedazo de acordeón.

 
Queda para el recuerdo la definición que hizo de Alejo Durán, el escritor David Sánchez Juliao, quien lo conoció de cerca. “Alejandro Durán fue un hombre honesto como persona y como músico. Fue fiel a muchas cosas: a su origen campesino, a su música simple y transparente como el agua, y a sus letras elementales. Una vez llegó a afirmar que no le molestaba que los demás evolucionaran. Lo malo sería que él evolucionara”.

En medio de la reseña del número 9 en la vida de Alejo Durán, lo único que no se supo fue la cifra exacta de las mujeres que contó en su famoso inventario que convirtió en canción con la finalidad de conseguir a aquella que lo quisiera y de paso pusiera de fiesta a su noble corazón.

De Alejo Durán quedó su carisma y su imagen precisamente teniendo puesto un sombrero vueltiao, y para no dejar ninguna duda, era de 29 vueltas.

 

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