Por Mónica Lindo

El 29 de abril de 1810 nace en Francia Jean George Noverre, un bailarín y coreógrafo reconocido mundialmente por ser el creador del Ballet Moderno y por sus producciones escriturales en torno a la danza. Más de un siglo después y por iniciativa de la Unesco se escoge la fecha del natalicio de este importante coreógrafo para celebrar el Día Internacional de la Danza con el propósito de visibilizar esta práctica en todo el mundo. De igual forma, para reafirmar que la danza traspasa las diferencias geográficas, de género, edad, religión o estrato socioeconómico, es un lenguaje universal que permite conocer las costumbres de las comunidades, pero también los sentimientos y emociones más profundas de un bailarín.

En el año 2001 el Congreso de la República de Colombia institucionalizó a través de la Ley 724 del 27 de diciembre, la Celebración del Día de la Niñez y la Recreación con el propósito que, durante este mes, la familia, la sociedad y el Estado generen conciencia sobre su obligación de asistir y proteger a los niños y las niñas para garantizarles su desarrollo armónico e integral. Hoy 19 años después y reflexionando en torno a estos dos acontecimientos que coincidencialmente se celebran en el mes de abril, podríamos preguntarnos ¿Qué tanta importancia adquiere la danza en los procesos de formación integral durante la niñez?

Es bien sabido que los beneficios de la práctica danzaria se enfocan en el desarrollo corporal de los niños es fundamental. Dentro de sus ventajas se encuentra el aumento de las posibilidades psicomotoras, estimula la inteligencia corporal, la memoria, el ritmo, la coordinación, la atención, el equilibrio, la flexo extensión, entre otras capacidades físicas. Así mismo, reafirma el sentimiento de identidad personal y cultural que le imprime seguridad a los niños en la configuración de su personalidad y propicia confianza en su relación consigo mismo y con los demás.
Si bien en ciudades como Barranquilla, bailar es una condición prácticamente natural para quienes nacen y crecen en ella, en la realidad se desconoce que para lograr un beneficio completo y evitar lesiones, atrofias y posturas inapropiadas, se requiere de una adecuada planeación y realización que vaya acompañada de un profesional en el área. El exhibicionismo irresponsable a los que algunos coreógrafos exponen a las niñas integrantes de sus agrupaciones de danza y la hipersexualidad a las que son sometidas cuando las maquillan o visten como adultos en miniatura, son entre otras, las acciones que requieren de orientación y pertinentes canales de formación donde se fusionen la teoría y la práctica en pro de la niñez y de la misma danza.
De esta forma, el Estado colombiano debería considerar la formación en danza como parte fundamental en los lineamientos generales de educación, incorporándola como una asignatura obligatoria en todos los planes de estudio, tal y como ocurre con las matemáticas, la física o la química y no dejándola como una activad de ejecución opcional. La danza requiere ser estudiada y ejecutada de manera consciente y responsable, por su complejidad conceptual y su importancia interpretativa. Así lo han entendido muchas universidades en el mundo las cuales se han comprometido con la oferta de programas de estudios superiores con el fin de preparar a los profesionales de la danza que deben encargarse de estos procesos formativos apuntando al desarrollo integral desde la niñez. –

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