Presentó con éxito un show en Barranquilla que involucró a artistas invitados. La ciudad le correspondió y ratificó su título de Príncipe de Carnaval.

Por Patricia Escobar Jaramillo

Ver a Checo Acosta bailando, cantando en una tarima, celebrando con euforia un gol, tomándose fotos con quien se la solicita, o mamando gallo, nos hace pensar que es un tipo a la que la vida le ha sonreído siempre, que es un artista al que todo se le ha dado fácilmente, que la felicidad es su eterna y permanente compañera.

Los seguidores que son muchos más en el interior del país y que los tiene en regiones distantes del planeta, ignoran, muchas veces, que lo que caracteriza a este artista nacido en Soledad, Atlántico, hace 54 años es la lucha por sus sueños y especialmente por mantener en alto el nombre del folclor colombiano, de la alegría Caribe.

A pesar de lo que pase en la radio, de que no coloquen sus trabajos con la frecuencia que se merecen sus temas más folclóricos, a pesar de que muchos se apenen de sus raíces, y de que las disqueras no quieran grabar música tropical, Checo graba música que identifica al Caribe colombiano y lleva haciéndolo hace 30 años.

Checo Acosta

Checo Acosta

‘El príncipe del Carnaval’, como se le conoce, es un artista versátil, con una voz que puede interpretar desde un bolero y una balada, géneros musicales que lo apasionan y con los que comenzó a abrirse campo en la música, hasta un blues, pasando por la salsa, donde puede alcanzar el tono de Héctor Lavoe, o el bullerengue y la cumbia, donde nada como pez en el agua.

Graduado de Comunicación social, es un músico nato que además interpreta el piano, la guitarra, los tambores folclóricos, el timbal, la clave, las congas, el guiro, el bongó, y un investigador de la música que nace en los pueblos remotos, que va a poblaciones apartadas de nuestra geografía en busca de compositores “desconocidos” que hablan en sus canciones, de lo que somos y de la forma cómo vemos el mundo.

Alcibiades Antonio Acosta Agudelo, como aparece en su partida de nacimiento, es solo parecido a su padre, el bolerista Alci  Acosta, en la forma como han asumido su profesión de artistas, que más que un modo de vivir, es su religión. Y es muy parecido en la espontaneidad, a su madre, “la vieja” Ruth.

Su paso por las orquestas de Joe Arroyo, Juan Piña, Joseíto Martínez, La Renovación, Adolfo Echeverría, el grupo Star de Medellín y Hugo Molinares, con quien grabó sus primeros éxitos como vocalista, no hicieron si no, fomentarle ese amor por la música del Caribe, que enarbola como bandera propia desde 1988.

Su primera guerra la afrontó cuando apenas tenía 17 años. Se preparó como el mejor deportista para la más importante competencia de su vida. Hizo audición para ingresar a la mejor orquesta del momento en Barranquilla. Cantó con perfecta afinación pero al final le dijeron que estaba muy pelaito y que su voz era muy delgada. Sin embargo, aunque se sintió mal, no se amilanó, se puso a estudiar y se presentó posteriormente a la que se perfilaba como la agrupación de música tropical que dejaría huella: la de Joe Arroyo. Esa fue la primera agrupación donde oficialmente fue corista.

La segunda gran batalla fue cuando se lanzó a grabar por primera vez. Fue de la mano del maestro Hugo Molinares, en 1987, quien le dijo: “Vamos a grabar algo cachacal y algo caribeño”. Muerto del susto logró lo que quería su maestro a quien le criticaron que hubiera hecho ese tema con un pelaito y le pidieron que lo cambiara, pero Molinares dijo. “Es él o es él”.  Con el Lp en la mano se fue solo, de medio en medio, sin autorización de la disquera a mostrar su trabajo “Morenita caribeña” y aunque el tema gustó, en la radio tuvo que soportar que tacharan el trabajo de cachacal. Luis Altamiranda y Lucho Arias le dieron la bendición.

A mediados de los 90, cuando muere su hermana, nada le salía bien. Se desordenó hasta el extremo, aunque nunca consumió droga. Peleó contra el mundo, con la disquera, los medios, y hasta con su esposa. Solo y quebrado económicamente, se fue a Bogotá, y allí produjo uno de los éxitos que lo abrió al mundo:  ‘Checumbia’. Comienza su lucha por ser mejor persona, por ser un artista más responsable, más persistente, más comprometido, más organizado, más auténtico.

Es ahí donde comienzan las giras internacionales, los reconocimientos, los conciertos, las nominaciones a los Grammy y la consolidación de su marca, una marca que quiere seguir manteniendo en alto. “porque apenas estoy comenzando”, dice.

 

 

 

 

 

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