Cuando son las 8 de la mañana ya Pipe está actualizado en noticias. Lee los periódicos, ve los noticieros y antes recorre, todos los días, las calles de Ríonegro en bicicleta. Así encuentra calma.

Han pasado 11 años desde que Pipe Peláez, el loco enamorado de la vida,  decidiera coger el micrófono y adquirir un nombre como intérprete vallenato. Recuerda que sentía temor escénico, se escudaba en su guitarra y le costaba trabajo darle colocación a sus manos.

“Que uno tenga éxito no es de la propia decisión”, menciona cuando se decide por dar el paso y ponerse al lado de quienes cantaban sus temas. “Yo me comienzo a inquietar cuando otros compositores lo están haciendo. Y yo sentí que me pasó un camión al lado con lo de Kaleth porque yo llevaba muchos éxitos, había sido compositor del año, y ahí es donde decido organizarme”.

 

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