Crónica
El legado de ‘La Cacica’ 21 años después

Por Juan Rincón Vanegas
@juanrinconv

En medio de los recuerdos impregnados alrededor de la música de acordeón,
caja, guacharaca, versos y cantos arropados con amplias polleras estampadas
con flores menudas, bongos, pilones y toda la parafernalia de esta expresiva
manifestación folclórica, aparece Consuelo Araujonoguera, la mujer que abrió de
par en par las puertas de Valledupar para que fuera conocida como la Capital
Mundial del Vallenato.

Acercándose a las remembranzas, ella al lado de Cecilia ‘La Polla’ Monsalvo en el
año 1981 lograron que la danza del Pilón tuviera mayor vida y no quedara en el
olvido, como lo estaba marcando el tiempo. Hoy esa danza hace parte esencial del
Festival de la Leyenda Vallenata, agrupando a miles de Piloneros y Polineras,
haciendo posible que el pueblo viva de cerca su tradición.
La acogida de la danza entre niños, jóvenes y adultos fue total. Ella en una
ocasión le sugirió a Cecilia ‘La Polla’ Monsalvo, que a la hora de su partida de la
vida la vistieran de pilonera. Su voluntad no se cumplió a cabalidad debido a lo
trágica que fue su muerte. Se le puso un vestido blanco con sus respectivas
trinitarias.

‘La Cacica’ era meticulosa, ordenada y con una visión que traspasaba las
fronteras del pensamiento, logrando que se concretaran los proyectos que
emprendió. En ese orden de ideas todo lo tenía previsto.
En su rol de escritora, periodista y gestora cultural siempre al servicio del vallenato
escribió tres libros: ‘Vallenatología, (1973); ‘Escalona: el hombre y el mito’ (1988),
y ‘Lexicón del Valle de Upar’ (1994). Dejó por publicar un libro sobre el maestro
Leandro Díaz, titulado: ‘En la casa de Altopino’.

En distintos lugares de Valledupar está un recuerdo de ella. Es así como el viernes
19 de marzo de 2010, se instaló al frente del Parque de la Leyenda Vallenata
Consuelo Araujonoguera, el monumento en su honor elaborado en bronce y
llamado ‘La Pilonera Mayor’, obra del artista Amilkar Ariza.

De igual manera, fue la creadora en el año 1985 junto a un grupo de amigos delFestival Tierra de Compositores de Patillal, Cesar. A finales del mes de diciembre se lleva a cabo este certamen con la finalidad de darle la mayor trascendencia a
esta tierra donde priman bellas melodías que al escucharlas provoca cantarlas.
De pie, como vivió su vida…

Siguiendo con el recuento, la mañana del miércoles tres de abril de 1996 se
acordó en las instalaciones de Radio Guatapurí la entrevista con Consuelo
Araujonoguera, donde se trataron temas referentes a los preparativos del próximo
Festival de la Leyenda Vallenata.

En medio de las respuestas, vino una pregunta que no estaba prevista, pero que
ella no obvió sino que respondió de inmediato. ¿Doña Consuelo, usted tiene listo
su epitafio?

“Claro. Es el siguiente. Aquí hace Consuelo Araujonoguera de pie, como vivió su
vida. No contenta con lo anterior tomó la libreta del periodista y lo escribió,
diciendo.. “Ese quiero que sea mi epitafio”.

El primero de octubre de 2001 más de 40.000 personas acompañaron a ‘La
Cacica’ hasta la última morada donde en su lápida estaba la célebre frase.
Acordeones y flores de trinitaria fueron el emblema de la despedida como símbolo
de su vida. En el sepelio el maestro Rafael Escalona manifestó conmovido. “Si
llorar por dentro cuenta, yo me estoy ahogando”. Ese día también muchas caras
tristes estrenaron lágrimas.

Precisamente Lolita Acosta, quien oficiaba como Jefe de Prensa de la Fundación
Festival de la Leyenda Vallenata, leyó en las honras fúnebres una nota que en sus
apartes decía. “Todo cuanto hizo Consuelo lo realizó con la convicción y la
fortaleza de la verdad de que sus actos no serían efímeros, sino para el mañana.
Entendió, casi que desde su niñez la trascendencia del hombre y de la mujer como
seres pensantes, transformadores y creativos, dueños de sus destinos, pero
condicionados a un poder Supremo: el de Dios. Un Dios dador y despojador de
todo cuanto tenemos, de todo cuanto sufrimos y gozamos. Así la vimos, así la
conocimos y es el testimonio que podemos dar de ella”.

En la memoria vallenata Consuelo Araujonoguera nunca morirá, al contrario vivirá
para siempre entre la realidad y la fantasía vestida de pilonera, elegante, sencilla,
distinguida, autóctona, perenne, eterna entre el mito y las nostalgias de la leyenda
vallenata.

Ministra de Cultura
Uno de los grandes honores que recibió Consuelo Araujonoguera fue ser
nombrada como Ministra de Cultura, labor que desempeñó del 18 de julio de 2000
hasta el 2 de marzo de 2001, en el mandato del presidente Andrés Pastrana
Arango.

En tan corto tiempo de su ejercicio en el ministerio pudo consolidar distintos
proyectos para seguir cultivando la cultura y el folclor en todo el país. Uno de ellos
en el departamento del Cesar, fue la creación de la Escuela de Música Alejo
Durán, en El Paso, que continúa vigente.
Sinceramente Consuelo Araujonoguera parece haber vivido cientos de vidas en
una. Madre seis veces y Abuela trece. Además, amante de los crucigramas y de la
jardinería. Tuvo una existencia plena y fructífera.
Cuando ella hablaba de los adioses sin retorno, decía. “El mejor homenaje que
puedo recibir cuando muera es que no callen los acordeones y que el Festival de
la Leyenda Vallenata siga siendo la mayor carta de presentación de mi amado
Valledupar”. Así ha seguido siendo.

‘La Cacica’, quien cinco años atrás había escrito su epitafio, debió morir por el
cansancio de los años, y no asesinada, para que en este tiempo estuviera
hablando del maestro Leandro Díaz, ‘El Homero del vallenato’, como lo bautizó.

También recordando sobre su libro, ‘En la casa de Altopino’, donde lo describió en
toda su dimensión material y espiritual. Muy claro quedó escrito y cantado. “A mí
no me consuela nadie”…

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