Este mes de abril se conmemoran cuatro años de la partida de Gabo. Lo honramos en estas líneas por su “trayectoria musical” refiriéndonos a su pensamiento musical y su espíritu que siempre fue movido por la música, y en especial, por el vallenato.

 

El desarrollo del género ubica al Nobel Gabriel García Márquez como uno de sus promotores a partir de su amistad desde 1950 con el compositor Rafael Escalona y el impulso de un primer festival en Aracataca en 1966. Su carrera como literato estuvo íntimamente ligada al género del acordeón y del bolero, tanto que los cantaba y tocaba con una armónica, en una especie de excelsa comunión que lo llevaría a sostener que la música primaba sobre su literatura y que ‘Cien años de soledad’ era un vallenato de 456 páginas.

 

Ya en el 81 veía venir la revolución en el vallenato: “El vallenato urbano es algo que no se puede impedir, por ejemplo, al igual que el lenguaje evolucione”. Lo dijo en una entrevista en la Revista Coralibe (1981) en el reportaje ‘Cuando Escalona me daba de comer’. Y remata –“Porque entonces estaríamos escribiendo como en la Edad Media. Si hay acordeoneros y compositores que viven en la ciudad, entonces sus vivencias y experiencias son urbanas y a ellas tienen que referirse. El vallenato siempre está remitido a su realidad. Ella es su servidumbre. Ese es su destino”.

 

Sus palabras respaldan hoy el hecho de que sea Vives el que homenajea este año el festival. Él no es nacido en el Valle ni en ningún pueblo del Cesar, ni de otra población de La Guajira, de donde se dice que salen los mejores cantores y acordeoneros. Es de Santa Marta, la antigua capital del vasto departamento del Magdalena grande y no es un juglar, dentro de las concepciones tradicionales. Sin embargo, dentro de su trasegar musical deja un legado importante que le permite recibir tal reconocimiento. Él cuenta el vallenato a su manera, le da el aire moderno con la base del clásico, que aprendió de su ascendencia.

Como Vives, hay muchos en su tarea de ser auténticos, de ganar espacios e interpretar tendencias musicales, conciliando la tradición cultural musical con las proyecciones contemporáneas lo que permite una visión de evolución permanente de la música vallenata.

A Gabo, al festival con la férrea y decidida gestión de Consuelo Araújo, y a Carlos Vives, gracias.

 

 

 

 

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